Con tres homicidios dolosos (o ejecuciones) continuó el viernes la ola de violencia extrema que golpea a Cajeme desde hace más de diez años y que en días recientes se ha recrudecido.
Las víctimas del viernes fueron dos hombres jóvenes, Marco Antonio (28) y Juan Manuel (25) ejecutados en la colonia LosSauces, al surponiente de la ciudad, y uno más, Francisco Javier (29), en el barrio Las Malvinas.
Las estadísticas refieren 40 ejecuciones este mes de septiembre y alrededor de 350 en lo que va del año 2020.
Pero más allá de las estadísticas, sobresale la facilidad con la que se cometen estos crímenes a cualquier hora del día sin que haya detenidos. Reina la impunidad ante autoridades que han adoptado la cómoda postura de "dejar hacer, dejar pasar", que aquí en Cajeme se complementa con el "dejar matar".
Y por encima de la impunidad está el dolor de tantas familias que claman al cielo con su llanto desesperado cuando salen a la calle para ver al hermano, esposo o padre, abatido por las balas criminales.
La respuesta cínica, cobarde, de quienes dicen que las víctimas "se lo buscaron", sólo es un reflejo de la incapacidad y tal vez complicidad de quienes deberían detener esta cruel matanza que parece no tener fin.