Los Gigantes
Sergio Anaya
Jueves 26 de Abril de 2007
En la historia del rock and roll destacan grupos integrados por miembros de una misma familia. Jackson Five, los Osmond, la Familia Patridge; más acá, los Carreón.
La música juvenil en Cajeme también registra algunos casos similares, como el de los hermanos Jaime (Arnoldo, Jaime y Manolo) quienes empezaron jugando con las guitarras y la batería, nomás como un pasatiempo durante las reuniones familiares.
Sus padres reforzaban este pasatiempo y las condiciones no podían ser mejores pues la familia era propietaria de la “Casa Java”, el más popular de los negocios dedicados a la venta de instrumentos musicales y deportivos.
Además estaba el ejemplo del tío Nacho, autor de “La Sirenita”, el tema que hiciera popular Rigo Tovar.
Al juego se les unió Héctor Escobar y cuando menos pensaron ya estaban en un escenario público tocando las canciones de moda en los años sesenta.
Eran muy jóvenes; los más grandes, Héctor y Arnoldo, no pasaban de 17 y Manolo, el más chico, todavía era un niño. Pero armados de valor se presentaron en una de las ferias regionales que se celebraban en el estadio “Álvaro Obregón” a principios de los sesenta. Lo hicieron bien y poco después ya estaban en tardeadas, kermess, reuniones y eventos sociales donde los conocían como el grupo “Los Gigantes”.
Eran los años maravillosos de una generación que crecía al amparo de las mejores tradiciones familiares y del progreso económico que impulsaba el crecimiento de la clase media y la consolidación de la clase alta, con todos los eslabones que hay entre una y otra.
Así vivieron una etapa maravillosa los jovencitos que formaban grupos de música moderna, acompañados por sus familias, sus compañeros de escuela y todos los jóvenes y chicas que alguna vez cantaron y bailaron al ritmo de “Los Gigantes”.
PIE DE FOTO
“Los Gigantes”. De izquierda a derecha: Manolo, Jaime y Arnoldo Jaime; éste con su peinado a la Beatle; el más alto es Héctor Escobar.