Durante treinta años (de la década de los treinta a los sesenta) esta fue la sala de espera en la estación del ferrocarril.
Así permaneció hasta que se construyó el edificio actual de Ferrocarriles Nacionales en 1967. Viajes de ida y vuelta con las fayuqueras a Nogales o con los estudiantes que iban a Guadalajara, Morelia y la Ciudad de México.
El servicio de “tren bala” era el mejor. Su lentitud no hacía honor a su nombre, pero aún así era más rápido que el “burro”, servicio de segunda clase donde viajaban gratis los empleados de la empresa ferrocarrilera y sus familias acompañados de los paisanos que iban y venían del sur del país a los Estados Unidos.
Quien haya viajado alguna vez en esos trenes, seguramente tiene anécdotas curiosas con las que podría escribir una divertida crónica de viaje.
Desde hace diez años el tren dejó de ser una opción para viajar.
Desaparecieron el “tren bala” y el “burro” y sólo permanece el servicio de tren carguero; sin embargo por el actual abandono de la estación cualquiera pensaría que se trata de un edificio cerrado hace más de treinta años.