Después de la Guerra Cristera, el estado mexicano y la iglesia negociaron sus diferencias e iniciaron una relación cordial para fortuna de una población mayormente católica.
Durante la década que inició en 1930, al amparo de la nueva relación entre gobernantes y ministros religiosos se erigieron templos en muchas ciudades del país y la antigua Cajeme no fue la excepción.
A principios de esa década empieza la construcción de Catedral. El lugar escogido se ubicaba en la orilla norte de la ciudad, en un amplio terreno cercado con alambres de púas y postes rústicos de mezquite.
Este terreno era lo que hoy ocupan el Palacio Municipal, la Biblioteca Pública, las oficinas de la Sarh (hoy Sagarpa), la Plaza Álvaro Obregón y, por supuesto, Catedral, conjunto que conforma lo que se conoce tradicionalmente como “el zócalo”.
El primer sacerdote que ofició en catedral fue Alfonso Rodríguez.
El primer obispo de la diócesis de Ciudad Obregón fue monseñor José Torres Castañeda, asesinado por un grupo de asaltantes en la sierra de Durango el 4 de marzo de 1967. Su sucesor fue Miguel González Ibarra.
En 1978 se inició la destrucción de esa catedral para dar paso a la actual.