Aquí en Cajeme existían en las principales esquinas negocios florecientes de inmigrantes orientales, que de la noche a la mañana desaparecieron. A veces se pregunta uno por qué no existe un archivo municipal que conserve las escrituras de compra-venta de aquellos negocios.
Lector amigo, en el Valle también existieron chinos que le ponían con fe al trabajo. Algunos casados con mexicanas con quienes procrearon hijos. ¿Qué fue de esta gente? Las mujeres y los hijos de aquellos “apestosos amarillos”, como alguna vez los llamara un secretario del Ayuntamiento de Cajeme allá en 1931, si mi memoria no me falla, aunque por ahí ande impresa la historia escrita de las hazañas de este y otros personajes.
Hace años traté y conversé con un pequeño comerciante del centro de la ciudad y se sentía frustrado por su padre –siendo el un niño nativo de esta región del Yaqui-, había tenido que huir hacia Cantón su patria, dejándolos a él y a su madre abandonados a la buena de Dios.
De todo, lector amigo, ha habido en este Valle y en la ciudad de nuestras raíces, emporio de inversionistas, aunque algunos digan lo contrario.
Incluso por allá en abril de 1929, debido a la rebelión o asonada conocida como la renovación que fuera propiciada por el general Gonzalo Escobar y secundada por Fausto Topete, también general, y que fue quien firmaría la Ley No. 16 que erigió a Cajeme en municipio, nuestra ciudad fue bombardeada por un par de aviones del gobierno, con la consabida preocupación y temor de sus habitantes.
Sobre esto han circulado diferentes versiones, pero, por fortuna, testigos confiables que participaron en alguna forma, nos entregaron su testimonio oral y por escrito, incluso con fotografías de aquel acontecimiento y de los estragos, pequeños por fortuna, de lo que fuera un sueño y nada más, de aquellos ilusos contra el gobierno de Portes Gil.