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Alberto Cortez: Cuando calla el cantor

Sergio Anaya
Sábado 06 de Abril de 2019
 

Algo tienen los cantantes que cuando mueren el mundo entristece como si todos hubiéramos perdido a un amigo cercano y familiar. No recuerdo tristeza más compartida que la del 8 de diciembre de 1980, la noche que John Lennon fue asesinado.

Será tal vez por lo que decía Mercedes Sosa: Si se calla el cantor calla la vida... porque la vida misma es todo un canto.

De nuevo he observado esto ahora con la muerte de Alberto Cortez. Sin que alguien lo propusiera, las redes sociales se llenaron de comentarios y recuerdos íntimos por un cantor que a muchos, sobre todo a los de mi generación, nos llenó un rincón del alma con su canto. Melodías breves y sencillas que calaron en la formación sentimental de varias generaciones, como aquellos jovencitos  que echábamos a volar la imaginación cuando él hablaba de una muchacha que tenía los ojos como una mañana de abril, hasta las multitudes que han entonado como un himno "cuando un amigo se va".

Y sí, Alberto Cortez fue un amigo para muchos que nunca tuvieron un trato personal con él, salvo la relación íntima entre el cantor y su escucha. 

En Cd. Obregón se presentó varias veces, alguna de ellas lo disfruté en el Teatro del Itson. Todo él era gentileza, no sé si estudiada, por razones de mercadotecnia, o por sencillez (me quedo con ésta). Pero también debo decir que nunca me gustó su asociación con Facundo Cabral, el cantautor (horrible palabra que le venía bien) subido en un pedestal de sabiduría ñoña. El "Cabrundo" que prentendía dar una lección de vida cada vez que abría la boca.

Por el contraste frente a las "canciones con mensaje" me gusta lo que publicó "Tribuna" del 27 de enero de 1984. El recorte periodístico, con olor a naftalina, me lo proporcionó mi amigo el abogado José D. Martínez. Él era director del Cereso local y en esa ocasión Alberto Cortez, quien estaba de gira en Cd. Obregón, pidió permiso para presentarse allí y compartir su canto con los que, aunque quisieran, no podrían escucharlo en el Teatro del Itson.

De ese día queda el recorte que ahora presento en esta sección y una frase que les dijo a los internos:

"Yo no traigo mensajes, no soy evangelista ni mensajero, sólo traigo canciones".  Su calidez humana le brotaba de la piel, era un tipazo, comenta el Che Martínez.

Me quedo con esta imagen de Alberto Cortez y vuelvo a escuchar "Mi dicha lejana", "Me has enamorado", "Las palmeras"...

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