Un viejo reloj que está en la azotea del mercado municipal, desde 1948, corre el inminente peligro que el día menos pensado vaya a parar a la basura. Este reloj fue considerado y agregado entre los bienes del municipio hacia el año de 1948, en la administración de Vicente Padilla Hernández, cuanto fue donado al mercado municipal, por el Club de Leones.
Quienes manejan contablemente los debes y los haberes del municipio quizá lo pudieran considerar con valor de un peso, o tal vez de un centavo, o en el punto más crítico, que ya no lo consideren como un activo.
La sensatez indica que este artefacto es un bien tangible del municipio y a más de eso, un bien que más que valor monetario, contienen un valor histórico.
Pero el desinterés o tal vez el desconocimiento de las autoridades municipales, hacia algunos bienes de utilidad pública y del patrimonio histórico es manifiesto.
También habría que considerar independientemente del desdén de las autoridades municipales, el desdén también de la misma sociedad cajemense .
Este reloj representa parte de la historia de Cajeme, del Cajeme Viejo, setenta y dos años de su ayer, del esfuerzo que en aquel tiempo hicieron aquellos hombres del Club de leones , de la emoción que debieron haber sentido al hacer aquella donación, que durante mucho tiempo fue un símbolo de la ciudad.
Parafraseando a Serrat: A golpes de badajo miles de veces llamó al amanecer; Indicó la hora de ir al trabajo, o salir de el, de la entrada a la escuela, de asistir a la iglesia, estar pendiente para la hora de las medicinas; Tal vez y de hecho debe de haber sido, que la marca de sus horas fue el inicio de varios romances.
No es secreto que Ciudad Obregón, Cajeme, de poco a poco se ha ido desasiendo de su patrimonio histórico y de esto en gran parte los culpables son sus gobernantes; los vestigios de su ayer se pierden, quizá la defensa más práctica es que esto se ha realizado en aras de la modernidad, pudiera ser que esto tenga algo de cierto, pero el compromiso de nuestros gobernantes, entre otros, debe ser preservar la historia, o al menos intentarlo, pero por desgracia esto temas ni como simple mención se toca, cuando nuestros gobernantes en tiempos de campaña discursean y enlistan sus promesas.
Tal vez serían las nueve con veintiocho, o las tres con veinticinco minutos, no te podría decir si antes o pasado meridiano, cuando al viejo reloj del mercado municipal se le acabaron las fuerzas y ya no pudo menear sus manecillas. Pero de cierto es que a esa hora fue cuando se le decretó su abandono y ahí está desde entonces, casi oculto, de eso hace poco más de veintisiete años, equivalente a nueve administraciones, cuyos representantes lo más seguro es que ni hayan reparado de su existencia; pero ahí esta con la esperanza de que alguien, al menos intente volverle a dar vida.
Muchos son los que no saben de su existencia, no vieron el meneo de sus manecillas, no oyeron el tintinear de sus campanas. Porque está oculto, lo ocultaron así como algunos hijos ingratos ocultan a sus padres viejos.
Tal vez el viejo reloj del mercado municipal ya no tenga remedio, es decir ya no tenga vida útil y los badajos de sus campanas ya no vuelvan a tintinear y haga caso a la súplica de Cantoral: Reloj, no marques las horas.
Tal vez las autoridades estén en su derecho de despreocuparse, pero la historia no perdona y un día puede pasar lista y reclame a quienes no hicieron nada por ella.
Tal vez, los Leones de hoy en día, pudieran hacer algo por el.
También puede ser que la historia de este reloj, para muchos no tenga importancia. Pero al menos para “alguien” debe de tenerla, porque es parte del patrimonio municipal, tanto económico como histórico.
En realidad, más histórico.