El Palacio Municipal de Cajeme está por cumplir 71 años.
Su construcción no fue cosa fácil y como ocurre en cuestiones del poder y de la política, para lograrlo se dieron varios tropiezos, desencuentros y donde afloraron también los rencores.
En la constitución de Cajeme como municipio, a pesar de haber estado atrás de esto uno de los prohombres de la revolución, desde principio contaron con múltiples carencias, desde un lugar propio y apropiado para el desempeño de sus funciones, hasta carecer del mobiliario indispensable.
Su primer ubicación fue por la calle entonces llamada Durazno, entre Hidalgo y Guerreo, en una construcción de láminas.
Es casi inexplicable como es que estando el primer cabildo conformado por algunas personas académicamente preparadas y varios de ellos de buena posición económica, además de contar con apoyo del gobernador y del expresidente de la república, hayan llegado a ocupar ese local y permanecido en el por más de doce años, siendo hasta la administración de Faustino Félix Gastelum, cuando desocupan ese sitio y el cabildo a partir de ahí se convierte en interinarte por diez años, teniendo en ese tiempo varios domicilios, hasta llegar a establecerse en la planta alta de una cantina, conocida “ Minerva”.
Tal vez fue falta de visión o de decisión de los primeros 25 alcaldes de Cajeme, para decidir establecerse en un lugar, construyendo su propio edificio.
Sin embargo, ya para 1925 se tenía visualizado construir un edificio para este fin, en las esquinas de Sonora e Hidalgo.
La administración del Profesor Heriberto Salazar, 1943 a 1946, contando con un cuerpo de regidores conformado por el Capitán Rómulo Díaz Brown, Enrique Lurdes, Matías Méndez Limón, Jesús Alfonso Cadena; Germán Sotelo, Carlos Amaya y Jorge Gálvez, fue clave para la construcción del actual palacio municipal
Desde la primera sesión de cabildo se trató el tema de que el ayuntamiento contara con un edificio propio. Para su construcción se contaba ya con el terreno ubicado en la manzana 13 A, del fundo legal de Cajeme, comprendido entre las calles Sinaloa, Cinco de Febrero, Allende e Hidalgo. el cual había sido donado para este fin por la Compañía Richardson, sin embargo, la anterior administración municipal a cargo de Abelardo B. Sobarzo había lotificado esa manzana y también la manzana 17 A, que ocupa hoy la plaza Álvaro Obregón y la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús.
Ese sería el obstáculo a vencer de Heriberto Salazar, toda vez que quienes habían adquiridos lotes en esas manzanas y construido ahí sus residencias eran connotadas personalidades del ambiente político y económico de ese tiempo, entre los que se encontraban varios ex alcaldes municipales
Rómulo Díaz Brown, Primer Regidor de esa administración fue quien más empujo para este fin. Fue quien se reunió con el Gobernador, General Abelardo L. Rodríguez planteándole el proyecto y los problemas que existían para realizarlo.
El General Abelardo L. Rodríguez estuvo de acuerdo con el planteamiento comprometiéndose a brindar todo el apoyo para la construcción del palacio, incluyendo la tramitación del crédito por la cantidad de $ 500 mil pesos, valor del proyecto, pidiéndole que trataran con los poseedores de solares de esas manzanas, conminándolos a devolver esos espacios a cambio del importe pagado o por medio de permuta, afirmándole que en caso de no aceptar devolverlos, el, con la autoridad que representaba los expropiaría por causa de utilidad pública.
Casi al terminar sus gestiones como munícipe, el profesor Heriberto Salazar logró recuperar en bien del ayuntamiento los terrenos mencionados, requisito indispensable que exigían tanto el Gobierno del Estado como el Banco Hipotecario para el otorgamiento del crédito.
Heriberto Salazar no alcanzó a terminar el proyecto de construcción del palacio municipal, sería su sucesor don Vicente Padilla Hernández que durante su administración se empiezan a realizar los primeros trabajos, en de agosto de 1948, fijando el plazo de entrega de obra para agosto del siguiente año. Sin embargo fue terminado los días primeros dias de julio.
Para estas fechas, como consecuencia del resultado de las elecciones para renovar los poderes municipales, y también la renovación de poderes estatales, las relaciones entre Vicente Padilla y el Gobierno del Estado eran tensas, casi irreconciliables y ya pesando amenazas de orden de aprendían en su contra, junto con todos los miembros el cabildo.
El resultado fue que habiéndose terminado de construir el edificio del palacio municipal mucho tiempo antes de que terminara la administración, el gobernador del estado por todos los medios obstaculizo a Vicente Padilla para que el pudiera inaugurarlo.
Las elecciones donde había resultado ganador C. Saturnino Zaldívar Alcalá, fueron anuladas por el gobierno del estado, acusando a Padilla de fraude electoral.
Vicente Padilla terminó su administración y el gobierno de estado designa en sustitución un consejo municipal, estando al frente el General Miguel Guerrero Verduzco.
El palacio municipal seria inaugurado el día 31 de diciembre de 1949, seis años después de haberse iniciado las primeras gestiones para construirlo, tocándole en suerte inaugurarlo y sin haber realizado ningún esfuerzo para este fin, al General Miguel Guerrero Verduzco.
Se dice que las traiciones, el odio, el rencor y el resentimiento, son cosa comun en los ándares de la política y entre quienes la practican.
En cuanto a esto a Vicente Padilla, el gobierno del estado le dictó orden de aprensión junto con su cuerpo edilicio formado por Tomas Oroz Gaytan, Bernabé Arana León, Eusebio Montero Morales. Rafael Gil Miranda, Saturnino Zaldívar, Miguel F. Ansaldo y Matías Méndez. Pero en esos momentos el Pueblo de Cajeme estuvo con el.
Al dictarse las orden de aprensión, se les fijó una fianza de 6000 pesos a cada uno, al saberse esto, el pueblo acudió a las oficinas del ayuntamiento a ofrecer dinero en efectivo, muebles e inmuebles para cubrirlas.
Sin duda eran otros tiempos.
La noche del 31 se Diciembre de 1949, el nuevo palacio municipal se vestía de gala, en sus corredores y salones se servía, vodka, wiski y champagne, los caballeros y damas de la sociedad que hicieron acto de presencia lucían sus mejores atuendos, aquella noche también se despedía al año viejo y ahí se brindó por la patria, por las flores y un General tejía su laberinto.
Los rencores y odios se heredan entre los hombres del poder, el gobernador soto se lo heredo al General Miguel Guerrero Verduzco y a ese convite no fue invitado don Vicente Padilla, tampoco al profesor Heriberto Salazar, ni al Capitán Rómulo Díaz Brown se le corrió invitación, a pesar de haber sido ellos quienes fueron los precursores de este proyecto.
Don Jesús Corral Ruiz, director del el Periódico Diario del Yaqui, hace una crónica de este acto y termina diciendo: Nosotros creemos que se ha pecado de mezquindad y egoísmo, por parte de los organizadores de este festejo, ya que en ningún modo, la presencia de quienes ejecutaron esta bella obra, hubiese lesionado ni los intereses políticos ni oficiales del Gobierno y si, en cambio, hubiera causado una magnífica impresión entre el público. Lo cortés no quita lo valiente.
Desde la fecha de inauguración del palacio municipal, emanados de diferentes partidos políticos y también de diferentes ideologías, han desfilado 32 alcaldes, ninguno de ellos ha tomado en cuenta esta fecha, este acontecimiento.
Hay algunas fechas que por alguna razón no se les dan importancia, no se incluyen en la agenda cívica municipal.