Disfruté la crónica de Armando Terán “El Cinelandia (1957)” publicada en Infocajeme el jueves pasado, porque, además de amena y bien escrita, removió mis recuerdos. Yo vivía por la misma calle y sólo tenía que pasar la Galeana y la No Reelección para llegar al cine, modesto escenario de grandes funciones.
Allí vi obras de escritores excepcionales (Shakespeare, Somerset Maugham, Oscar Wilde, Hemingway) convertidas en películas. En ese tiempo, los mejores artistas de Hollywood consideraban obligatorio añadir a su currículo fílmico una cinta de vaqueros (o caballitos), como lo hicieron el mencionado Gary Cooper, James Steward, Frank Sinatra, Glenn Ford, Clark Gable y otros. El chamaco Armando y los de la pandilla hacían bien en buscarlas.
De la crónica de Terán me quedan tres dudas: a) Su papá le daba cada semana “una moneda de 5 pesos”, ¿había ya monedas de 5 pesos?; b) Si recibía 5 pesos ¿por qué no apartaba 2 para pagar la entrada? ¿porque le emocionaba la travesura?, y c) va para doce años que Armando Terán ganó el Concurso del Libro Sonorense con su libro “Crónicas del callejón”, debe tener material para otro.
Un cordial saludo, Carlos Moncada Ochoa.
P. S. Tenía ojos hermosos la guapa dama que recogía los boletos a la entrada. La conocí muchos años después, cuando fui a casa del joven ingeniero agrónomo Jorge Herrera para entrevistarlo sobre su estancia de estudio en Israel. Era su mamá.