Publicado originalmente el 29 de Octubre de 2019
Hace setenta y seis años, el 9 de octubre de 1948, a escasos once meses de que Vicente Padilla entregara la Presidencia Municipal de Cajeme al General Miguel Guerrero Verduzco y ya con la pesadilla de contar al frente del Gobierno del Estado a Horacio Sobarzo, con el que no pudo mantener buenas relaciones, fue inaugurada la escuela José Rafael Campoy.
De acuerdo a la reseña de este evento, el gobernador efectuó el viaje especial de Hermosillo a Ciudad Obregón en tren, para llevar a cabo este evento.
No era cualquier cosa en ese tiempo que una ciudad contara con una escuela secundaria, por eso, ese día fue día de fiesta para las autoridades de Cajeme y para su comunidad.
Entre los asistentes estaban además del gobernador Sobarzo y del alcalde Padilla, los señores Matías Méndez Limón, Guillermo Acedo Romero, Luis Cambustón, Ing. Octavio Ortega Leite, Lic. Francisco de Padua Álvarez, Lic. Pedro Navarro, Ing. Leandro Soto Galindo, Espiridión Castelo, Carlos torres.
Después del pronunciamiento del discurso del señor gobernador. vino el discurso del joven Jesús Grijalva, quien habló en nombre de todos los alumnos, para luego dar pie a la intervención del maestro Bartolomé Delgado de León, después intervendría el profesor Lázaro Mercado, Director de la escuela, quien hizo referencia del esfuerzo de mucho de los ahí presentes para que esta escuela se hubiera logrado. Mencionando también que esa escuela llevaría el nombre del Sacerdote José Rafael Campoy, a lo que el historiador sonorense, Fernando Pesquería, dio a conocer algunos datos biográficos de este sacerdote jesuita.
A pocos días de haberse cumplido los setenta y un años de la ina guración de esta escuela, nuevamente se realiza un encuentro donde convergen reviviendo aquella escena de octubre de 1948, la gobernadora del Estado Claudia Pavlovich y el Alcalde de Cajeme, Sergio Pablo Mariscal Alvarado, para celebrar su reinauguración, motivado por la construcción del nuevo edificio.
Para muchos de los presentes ese evento fue muy emotivo, dado que ellos cursaron ahí sus estudios secundarios.
Sin embargo, quizá habría sido más emotivo que se hubiera contado entre los presentes a algunos de los descendientes de quienes estuvieron e hicieron posible aquel emotivo evento de hace setenta y un años.
Siete décadas de ayer quizá pueda ser mucho tiempo, pero ahí están los descendientes en primer grado de Don Vicente Padilla; están también los descendientes de aquel joven que pronunció el discurso a nombre de todos los alumnos, uno de sus hijos fue rector de la Universidad de Sonora, otro es funcionario de primer nivel del actual Ayuntamiento de Cajeme.
Asimismo pasaron por esas aulas los hijos del maestro, escritor, poeta y periodista Bartolomé Delgado de León, quienes han contribuido en mucho con la comunidad de Cajeme y quienes cursaron también sus estudio secundarios en esta institución; están los descendientes también de Matías Méndez Limón, uno de ellos también funcionario del Ayuntamiento de Cajeme; los del Dr. Luis Farfán y de Don Fráncico de Padua Álvarez, quienes fueron parte de aquel grupo de personas que se esforzaron para que esta institución sea lo que es hoy , la cual para llegar al sitio donde hoy se encuentra pasó por seis lugares diferente y ellos siempre estuvieron dispuestos a aportar su tiempo, su dinero y esfuerzo para que esta no desapareciera.
Pueda ser que las autoridades educativas, municipales y estatales no consideren lo anterior expuesto como relevante, quizá ni importante, es lo mas probable. Pero que emocionante hubiera sido que en el lugar de donde el joven Jesús Grijalva pronunciara aquel discurso, lo hubiera vuelto a pronunciar alguno de sus hijos, por ejemplo pudo haber sido el ex rector de la UNISON, para que diera fe que ahí estaba su estirpe, el logro de sus sueños de niño, de joven, para dar fe que ahí estaban materializados los sueños de su padre. El discurso de alguno de los hijos del maestro, poeta y periodista Bartolomé Delgado de León, quienes han contribuido tanto en la educación de los cajemenses.
Quizá muchas veces por las prisa de cumplir agendas, las autoridades se olvidan de ciertas cosas, como por ejemplo la voz del pueblo, en el que a muchos les es grato revivir historias, como la del cumplimento de los setenta y un años de la escuela José Rafael Campoy.
Hubiera sido bueno tomarse una foto a mas de la política, una foto para la historia, en la que quizá con el tiempo los hijos de los hijos pudieran encontrar huellas de su pasado.
Todo es cuestión de gustos y de olfato.