En el culto a los muertos en nuestra ciudad se sigue la práctica de honrarlos de diferentes maneras.
Hasta antes de la administración de Rodolfo Elías Calles (1952 - 1954), la ciudad solo tenía el Panteón Guadalupe (después de más de cien años aún funciona).
Quizá una de las personas de más relevancia inhumadas en ese panteón fue el Machi López, asesinado en la administración de Elías Calles. Otros alcaldes que se encuentran sepultados allí son el alcalde electo José Moreno Almada (1937), quien no logró tomar posesión, pues fue asesinado 13 días antes de que asumiera el cargo, y Joaquín R. Ybarra, segundo alcalde.
El culto a los muertos se llevaba a cabo como en la actualidad, en medio de rezos, colocación de flores, velas, etc.
Sin embargo, poco antes de la administración de Elías Calles, es decir durante la década de los cuarenta, la estabilidad política y social de Cajeme se vio bastante relajada, teniendo su punto crítico durante la administración del Gral. Miguel Guerrero Verduzco (1949 -1952).
El relajamiento también alcanzó a las prácticas religiosas del primero y dos de noviembre, cuando mientras cientos de personas se dedicaban con fervor a recordar a sus muertos, dedicándoles diferentes tipos de rezos, otros por lo contrario se dedicaban al libertinaje.
Fue común que los anteriores gobiernos municipales, días previos a la celebración, otorgaran permisos para instalar en el panteón expendios de bebidas alcohólicas, cantinas, salones de baile e improvisados burdeles que se establecían con mujeres de la zona de tolerancia.
Al llegar a la presidencia municipal Ángel López Gutiérrez (1964 - 1967) prohibió estas prácticas y sólo autorizó la instalación de puestos de flores, velas, veladoras y toda clase de artículos religiosos.
Casi a finales de la administración de Elías Calles, al oriente de la hoy llamada colonia Benito Juárez por el camino de la prolongación de la calle 200, se abre un nuevo panteón y así la práctica llevada a cabo en el panteón Guadalupe también se empezó a generalizar en el nuevo.
La primera persona inhumada en el nuevo panteón fue una niña llamada Carmen, hija de Carlos Amaya.
Poco a poco se dejaría de inhumar a personas en el Guadalupe, por lo que gran número de familias empezaron a construir mausoleos en el nuevo, uno de ellos fue el capitán Díaz Brown.
El alcalde López Gutiérrez, en compañía de varias empleados y funcionarios, tenía la costumbre de acudir en forma regular en horas de la tarde al nuevo panteón para revisar los trabajos llevados a cabo y regar los árboles que habían planteado; causalmente esas mismas actividades las hacia el capitán Díaz Brown, quien había formado parte del cabildo como primer regidor en la administración del profesor Heriberto Salazar, además de haber sido dos veces alcalde del Municipio de Rosario Tesopaco.
En uno de esos encuentros, Díaz Brown ofrece al alcalde ayuda económica para hacer mejoras al panteón, entre ellas alumbrado eléctrico y la instalación de un pozo, contestándole López Gutiérrez que sería mejor fundara un patronato para enarbolar esa bandera. Al apoco tiempo se formalizó dicho patronato y, poco después se construyó el pozo que permite regar los árboles, y se construyeron guarniciones en sus calles.
Al instalarse el servicio de energía eléctrica en el panteón nuevo se ofreció una misa celebrada por el primer obispo de la diócesis local, José Soledad Torres Castañeda a la que asistieron miles de cajemenses.
Luego se propuso imponerle el nombre de Carmen para honrar a la niña Carmen Amaya.
Terminado el mandato de Ángel López Gutiérrez el relajamiento volvió por sus fueros en el Día de Muertos.