Después de estudiar una carrera durante o cuatro o más años, miles de jóvenes cajemenses se topan con una dura realidad: No hay trabajo para ellos, o si los hay, tienen poca relación con la disciplina que estudiaron y los sueldos son muy bajos.
Esta realidad es producto básicamente de dos factores: la economía regional no crece al ritmo que crece la población, por lo que no se puede absorber la demanda de empleos anuales, y hay demasiada oferta universitaria comparada con la realidad del campo profesional.
El secretario de Desarrollo Económico del Muncipio de Cajeme describe esta situación:
"Aquí laboran alrededor de 13 univerisdades, generando en total el 30 por ciento de los nuevos profesionistas que surgen cada año en Sonora. Una cifra muy alta para el tamaño del crecimiento económico".
El resultado es la exportación local de gente preparada a otros municipios del Estado, a otras entidades del país o al extranjero.
Esta situación se observa en toda la población económicamente activa de Cajeme, abunda Luis Alberto Plascencia.
Para que un trabajador pueda asegurar a su familia el acceso a todos los servicios y a la canasta básica necesita ingresos equivalentes a cinco salarios mínimos (s m.).
En Sonora el imgreso promedio de la fuerza laboral es de 4.2 s. m.
En Cajeme, explica, el trabajador ganaba en diciembre de 2009 un promedio de 3.18 s. m..
Ese ingreso actualmente ha bajado a 3.11 s. m., puntualiza.
En esta panorámica del empleo, la peor situación la viven los trabajadores de las maquiladores, cuyo ingreso promedio es de 1.8 s. m., señala Plascencia.
Por ese motivo, dice, las autoridades siempre buscan atraer inversiones de empresas que ofrezcan mejores ingresos.
Aunque la realidad nos demuestra que al final cualquier empresa es bienvenida siempre y cuando genere empleos, no importa que éstos apenas rebasen el salario mínimo.