CD. DE MÉXICO.- A finales de 2012, 72 por ciento de los estudiantes de licenciatura o ingeniería asiste a instituciones públicas, mientras que 28 por ciento restante estudia en una institución privada.
Cifras oficiales de la SEP señalan además que alrededor de la mitad de los jóvenes de escasos recursos estudia en universidades públicas federales y estatales, mientras que la otra mitad ya no estudia o acude a una institución que no tiene planes de estudio de calidad, mejor conocida como escuela patito.
Ante ello, el reto para la actual administración federal no sólo es aumentar la cobertura en ese nivel académico, sino evitar que los jóvenes cursen una carrera en una escuela que en vez de abrirle oportunidades de un buen empleo, le dejará obstáculos para insertarse en el mercado laboral.
Aunque el sexenio anterior logró ampliar la cobertura a 35 por ciento, casi diez puntos más que en 2006, tres de cada diez jóvenes han optado por estudiar en una universidad particular, tanto porque ofrece un programa de calidad o porque no logró colocarse en una institución pública y terminó ingresando a una particular que no garantiza un plan de estudios reconocido por su calidad.
En el caso de los jóvenes de familias de escasos recursos, la SEP ha presumido que los programas de becas han contribuido a retenerlos en las universidades públicas para que concluyan sus carreras, pues durante el sexenio de Felipe Calderón se distribuyeron más de dos millones 400 mil apoyos económicos, equivalentes a tres veces más becas que las otorgadas entre el año 2000 y 2006.
Sin embargo, la dependencia admite que los jóvenes de bajos recursos representan menos de la tercera parte de toda la matrícula de educación superior del país, de modo que son quienes siguen excluidos de poder lograr una profesión para mejorar su nivel de vida.
Ante ello, especialistas en la materia han advertido que si las universidades públicas federales y estatales no amplían sus instalaciones para ofrecer más lugares a jóvenes que desean cursar una carrera, especialmente a los de escasos recursos, de alguna manera, se propicia la privatización de la educación superior, e incluso ocasiona que muchos de ellos estudien en escuelas patito.
Cifras oficiales indican que cinco de cada diez estudiantes universitarios de bajos recursos asisten a una institución particular, que por lo general carece de programas académicos de calidad, lo cual puede retrasar su inserción en el mercado laboral cuando concluyan la carrera o reducir sus posibilidades de obtener un empleo bien remunerado.
Esa inequidad educativa, según la misma SEP, no sólo representa una injusticia social, sino que también impedirá que México transite por la senda de la competitividad global.
Por ello, es necesario que todas las entidades inviertan en la educación superior, ya que en la actualidad solamente 22 estados han logrado una cobertura de 30 por ciento, mientras que Quintana Roo no llega ni al 20 por ciento.
De hecho, 69 ciudades que forman parte del Sistema Urbano Nacional no cuentan con una sola universidad, lo cual obliga a que los jóvenes tengan que cambiar de ciudad si quieren estudiar una carrera profesional o que se queden sin acceso a ese nivel académico, porque no cuentan con los recursos económicos para mudarse a otra ciudad.
Los datos actuales que existen en la educación superior del país, admite la SEP, revelan que si la inequidad y la falta de acceso no logra disminuirse, será imposible lograr una inserción favorable en la economía del conocimiento y romper el círculo vicioso de la exclusión.
En la administración pasada, la SEP aceptó que aún prevalecen enormes rezagos que deben superarse para evitar un mayor rezago mundial.